A medida que pasaban los días, se me iba haciendo más y más difícil sentarme a escribir sobre este exótico e impactante país… Cuando me alejé de esos dos pequeños barrios, y partí rumbo a una gran ciudad, me acompañaba el pensamiento de que la verdadera China se encontraba sólo en ciertas partes de las mismas y de que el resto eran simples urbes que podría encontrar en cualquier otro lugar… Pero al llegar a Xi’an, la dicotomía en mis pensamientos fue inevitable… Luchaban unos con los otros y ninguno de todos ellos lograba tener la verdad final… Cada vez que intentaba sentarme a escribir comenzaba una lucha interna que no me permitía expresar nada, ya que no estaba convencida de una cosa ni de la otra… El país era maravilloso en todos sus aspectos y los barrios concentraban mucho más que el resto de la ciudad, pero, ¿no era normal que así fuese?…
Pasaron dos semanas llenas de pensamientos desencontrados, de experiencias únicas y de pies caminando sin descanso, en busca de poder sostener una idea fija y única… En Xi’ an logré encontrar historia que revivía a mis pies…
En Pingyao logré encontrarme con una China despojada de turismo y felizmente despreocupada por ello…
Y en Beijing encontré la unión que tanto estaba buscando… En esta última ciudad logré unir mi ángel y mi diablo…
Logré disfrutar de una Gran Muralla China que no hizo más que llevarme a tiempos remotos y llenarme de tristeza y de orgullo…
Logré caminar por barrios que concentraban lo mejor de la urbe…
Logré impactarme con edificios de última tecnología…
Logré vestirme de dama antigua y caminar por las callecitas de la Ciudad Prohíbida, tiñendo mi corazón de rojo y amarillo al ver tanto amor por una bandera…
Logré llenarme la vista de arte y diseño, en un barrio que mezclaba tiempos antiguos con modernidad…
Logré enamorarme de la gente que se acercaba en busca de un intercambio de sonrisas…
Creí lograr hacer un resumen de lo mejor que había vivido en este mágico mes en China… Pero al poner mis pies en el aire y verme alejándome de este extraordinario país, ese resumen no fue suficiente… No había relato que pudiera encuadrar todo lo vivído… Porque ello era justamente lo opuesto… Porque era imposible encuadrar algo tan circular, cambiante, dicotómico y majestuoso, como lo eran esos miles de momentos obsequiados, a mí, por tal onírico país…
Una vez en vuelo, entendí que no había manera de unir esos pensamientos contradictorios, que surgían a cada paso, ya que China no es ni más ni menos que eso… Un país en el que dos fuerzas opuestas conviven día a día en una armonía difícil de igualar… Una de ellas te envuelve, te vuelve loco, saca lo peor de vos, te desabriga, te expone y te hace sentir sólo en medio de un desierto sin oasis… Mientras que la otra, te cobija, te abraza, te sonríe, te abriga y te hace sentir una parte más de esa rueda que gira en perfecta sincronización…
Así fue que decidí dejar ese escaso resumen a un costado y librar la verdad al azar… Dejé a mis pensamientos fluír… Permití a mi mente volar tan alto como quisiera, y la dejé recordar a su antojo… Y aprobé a mi corazón para que hiciera, con toda esa información, lo que le diera la gana… Me despedí de China sin ninguna verdad más que la realidad vivida… Una realidad difícil de explicar e imposible de ser transmitida… Lo que sí me siento en condiciones de expresar es que la única manera de entender a sus habitantes es intercambiando sonrisas… La única manera de sentirse a gusto en él es dejándote llevar a recónditos lugares… Y la única manera de vivir China es disfrutándola, y entregándose al desconcierto de un país que nunca va a dejar de sorprendernos, entre sus miles de innovaciones y su historia tan viva que parece no ser historia…
No tengas miedo de los cambios lentos,
sólo ten miedo de permanecer inmóvil.
Proverbio chino
MANUELITA POR EL MUNDO 